Se trata de una rama del saber que vincula a los seres humanos con su entorno, expuso Irasema Alcántara, directora del Instituto de Geografía de la UNAM
“¿Cuál es la capital de Mali? ¿Cuánto mide el Nilo? ¿Cuál es la montaña más alta del mundo?”, todas estas son preguntas que, quienes tienen un título en Geografía, usualmente reciben… “¿A poco no lo sabes?, ¿entonces qué estudiaste?”, suelen escuchar después, con cierto reproche. Este tipo de actitudes son comunes y lo único que denotan es lo mal comprendida que se encuentra esta disciplina por parte de las mayorías y lo poco que se entiende de ella, expuso Irasema Alcántara Ayala.
Este saber puede emplearse para entender complejos fenómenos sociales, la complicada interrelación de los humanos con el ambiente e incluso servir como herramienta en asuntos electorales, pero a pesar de ello, la mayoría sigue asociándolo a la memorización de datos, añadió la directora del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM.
Esta concepción tan estrecha es responsabilidad, en parte, de las escuelas y los programas de estudio, que hacen creer a niños y adolescentes que se trata de una materia eminentemente descriptiva que, para ser aprobada en un examen, sólo requiere un poco de retentiva y prácticamente nada de reflexión.
“Pero los otros culpables somos nosotros, los geógrafos, que no nos hemos dado a la tarea de dar a conocer a los demás en qué consiste nuestro trabajo, ni cuáles son sus aplicaciones”.
Conocimiento en constante evolución
A últimas fechas, la geografía ha evolucionado tan rápido; dicha disciplina ya explora nuevos campos del saber.
“Esto quizá sea otro aspecto que ha dificultado su comprensión a cabalidad”, señaló la geomorfóloga.
“Tomemos de ejemplo al México del siglo XIX. En ese entonces, la preocupación era determinar dónde estaban las riquezas territoriales, algo que tenía fines políticos, pues se intentaba determinar hacia dónde conducir el desarrollo del país. En ese momento también era de gran relevancia definir los límites del territorio”.
Así, durante mucho tiempo la tendencia fue inventariar espacios, hasta que llegó la Revolución, que sacudió las estructuras existentes y evidenció muchas fallas del sistema, como lo poco desarrollado que estaba el país en ciencia.
Por ello, se puso énfasis en la educación, y aunque esto tuvo aspectos positivos, también tuvo algunos adversos, como aquellos que hicieron de esta materia algo descriptivo, “una suerte de catálogo estático e inerme de lo que hay en el territorio, una visión constreñida y empantanada con la que aún cargamos hoy, en pleno siglo XXI”.
Sin embargo, “como se ha visto a lo largo de su historia, la evolución es parte de su naturaleza, y al momento de consolidarse la Universidad Nacional, hubo quienes cuestionaron la noción que tenían los ingenieros geógrafos sobre esta disciplina, pues la enfocaban básicamente a lo educativo y no a la investigación.
“A base de propuestas se llegó a una concepción más pura de este saber, a una que conducía a horizontes más amplios, a una geografía realmente científica”.
¿Por qué un Día del Geógrafo?
Esta falta de consenso a principios del siglo XX hacía que los geógrafos presentaran sus trabajos de manera dispersa… A veces en encuentros de física, a veces en uno de química, pero nunca en uno exclusivamente de colegas. Por ello, para consolidar una visión de gremio, se organizó el Primer Congreso Nacional de Geografía, un 23 de julio, pero de 1939.
Aquel día se organizaron sesiones de geografía física, humana y cartografía, y se presentaron investigaciones que, de alguna manera, replanteaban el quehacer de los profesionales de esta rama. “Ahí se dieron los pasos definitivos para crear una disciplina más científica y abierta, sin la etiqueta de ‘descriptiva’ que usualmente se le coloca”.
Han pasado 72 años desde ese primer encuentro, “y desde entonces hemos avanzado mucho en algunos aspectos, pero hay otros en los que nos falta abrir brechas, y uno de ellos tiene que ver con el hecho de que los especialistas en el país aún somos pocos, por lo que es necesario establecer un punto de reunión para quienes nos dedicamos a esta área, como se hizo hace siete décadas”, expuso.
Por ello establecimos una Red de Instituciones Geográficas, en las que estamos la UNAM y las universidades de Guadalajara, Autónoma del Estado de México, Autónoma de San Luis Potosí, de Quintana Roo, Autónoma de Guerrero, Veracruzana, Autónoma Metropolitana y el Colegio de Michoacán. Quizá ésta sea una buena forma de llevar a nuestra ciencia a un nuevo punto de apogeo, tal como se hizo en 1939”, añadió.
En la encrucijada de los saberes
Aunque hay una tendencia a verla como una disciplina acotada, con campos de acción muy restringidos, en realidad la geografía es todo lo contrario, expuso la académica, quien añadió que justamente su dinámica y crecimiento constante ha hecho que este saber se ligue con otros.
Aunque hay una tendencia a verla como una disciplina acotada, con campos de acción muy restringidos, en realidad la geografía es todo lo contrario, expuso la académica, quien añadió que justamente su dinámica y crecimiento constante ha hecho que este saber se ligue con otros.
Entonces, si es un crisol de saberes, ¿en qué facultad se debe enseñar? En este aspecto, Irasema Alcántara, no tiene dudas, “no hay más que la Facultad de Filosofía y Letras”, pues aunque se trata de una ciencia social que en algún momento estuvo a punto de ser trasladada a la de Ciencias, es imposible negar su añeja tradición humanista.
Si nos remontamos a la mítica Escuela de Altos Estudios, difícilmente podríamos imaginarla sin geógrafos, y en el momento en que ésta se transformó en la FFyL, “ahí nos quedamos”. Sin embargo, si revisáramos en qué espacios se imparte esta carrera alrededor del mundo, veríamos que casi siempre es en escuelas de humanidades o en facultades de filosofía. Sólo en algunos países como Estados Unidos hay una tendencia a integrarla en Ciencias.
“La ventaja de estar en la FFyL es que convivimos con colegas de otros colegios, como los de Estudios Latinoamericanos, Filosofía e Historia, entre otros, y estamos en constante retroalimentación, ¿me preguntas en qué radica lo humanista de nuestra disciplina? Precisamente en eso, en nuestra capacidad de entablar diálogo”.
¿En qué trabaja un geógrafo?
Entre los estudiantes de esta disciplina suele decirse, “si no encuentro trabajo, siempre puedo ir al INEGI”, y aunque dicho instituto emplea a muchos geógrafos, “ésta es una forma limitada de ver las cosas, porque hablamos de una disciplina que cada vez tiene más aplicaciones, incluso muchas difíciles de imaginar”, expuso.
“Hoy, el mercado laboral es increíblemente extenso. Por ejemplo, ahora que se acercan periodos de votaciones, se comienzan a solicitar especialistas en geografía electoral, que se aboca a conocer la distribución de los sufragantes, sus necesidades y problemáticas”.
También hay quienes se dedican al campo de protección civil, en particular al análisis de riesgo, de vulnerabilidad y de prevención de desastres. Por supuesto que es fundamental una visión de entendimiento integral de esa relación entre la sociedad y el territorio.
Incluso al tomar un smartphone y accesar al GPS, detrás está el trabajo de geógrafos. “La cartografía digital está en todo y es empleada por partidos políticos, el sistema educativo, la planeación territorial, la distribución de la vegetación, el impacto del cambio climático, las zonas expuestas a sequías e inclusive la distribución de los comercios, y si le buscamos, seguro que podemos armar una lista que parecerá no tener fin”.
Como una pequeña muestra, Alcántara mencionó algunos de los proyectos que actualmente se desarrollan en el IG, como Geografía del Envejecimiento; La Geografía y el Bienestar de Jóvenes Marginados; Las Megaciudades y la Sustentabilidad Ambiental; Estudio Epidemiológico Integral del Valle del Cofre de Perote, o Cambios en la Exposición a Contaminantes ante la Movilidad Cotidiana de la Población de la Ciudad de México, entre muchos otros.
Los retos de la geografía
Hace siglos, al dibujar un mapa, en el momento en que los pinceles de los cartógrafos llegaban a los lindes que dividían lo explorado de lo no explorado, éstos pintaban un Leviatán, es decir, un monstruo que servía para disuadir a quienes quisieran ir más allá, a la mismísima terra ignota.
Sin embargo, los geógrafos no se arredraron y se lanzaron a registrar qué había detrás de esos límites resguardados por este animal fantástico, y esas zonas en blanco poco a poco comenzaron a llenarse, primero de islas, luego de países y al final de todo un Nuevo Mundo.
Hoy, pese a que parece que todo el orbe ha sido explorado y que la geografía ha descubierto horizontes cada vez más amplios, hay nuevos retos.
“Los profesionales de esta disciplina trabajamos en áreas cada vez más diversas y hacemos muchas cosas. Lo que nos encantaría explorar ahora es la manera de tomar decisiones en la esfera de las políticas públicas, donde no sólo la visión de la geografía en particular, sino de la ciencia en general, pueda ser reflejada. Ese es uno de los grandes retos”.